Relato ganador del Premio Antequera - VIII Certamen Literario María Carreira. Autor: Javier Santos
Javier Santos |
La luz del crepúsculo entraba tenuemente por la pequeña abertura de la persiana de aquella ventana de una fría habitación de hospital. Todo estaba en orden. Un orden preconcebido para evitar que nada estorbara a los que a menudo entraban y salían para cuidar a un enfermo postrado y débil. El ambiente era triste y espeso; casi irrespirable. Pero allí se encontraba él; sentado junto a la cama recién cambiada para hacer la noche algo más llevadera a quien la ocupa. Se siento cansado. Le pesan los párpados y se resiste a ceder al sueño. Mira a su señor y no puede más que sentir tristeza al ver esos ojos hundidos y agotados. En ese instante, entra una enfermera del turno de noche. Se le adivina una expresión triste y cansada detrás de la mascarilla. Le pregunta si necesita algo. Lo hace con una voz dulce y pausada; mirando a sus ojos, le dice que todo está bien teniendo en cuenta las circunstancias. Ella se acerca a la cama de su señor y le acaricia la frente con ojos húmedos y tristes. Lo mira con ternura, dejando pasar el tiempo despacio, pero avanzando de forma inexorable, y en seguida los deja nuevamente solos. No puede dejar de seguir su marcha. Más que andar, da la impresión de deslizarse sutilmente llenando todo el espacio con su ternura y desapareciendo por la puerta sin mirar atrás. Como si no quisiera aceptar lo que ya todos veíamos inevitable.