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lunes, 1 de marzo de 2021

Se busca historia

La protagonista de "Tempora", primer relato de "Hotel Barbacanas", tiene algo que decir sobre la autora

Fotografía: Mercedes Suárez Saldaña
 

Desde el principio he sabido que la autora me está metiendo en un lío. 

Dirijo un hotelito en la ciudad más tranquila del mundo y ella coloca un cadáver en una de las apacibles habitaciones con vistas a una calle encantadora y al edificio del Archivo Municipal. Mi hotel, que, aunque no me pertenece por derecho, lo cuido como si lo fuera. Tantos años mimando hasta el rincón más escondido, puliendo recovecos, enseres y emociones que nadie valora como yo, para que los clientes sientan la misma pasión al alojarse con nosotros. 

Para colmo, el muerto es un antiguo conocido de mi adolescencia, alguien que me inspiró fuertes sentimientos de admiración. Y con él hay una Virgen pequeñita que algunos en la ciudad echan de menos desde hace décadas. Una reliquia que, en su día, mucho antes de su desaparición, llegó aquí como regalo de un personaje importante cuyos avatares marcarían el destino de nuestro país. 

¡Qué imaginación más febril! Y qué follón me origina la autora en el hotel, con una multitud de curiosos en la puerta, la policía campando a sus anchas en busca de pistas y, por supuesto, el jefe del cuerpo haciendo preguntas. Sí, el mismo que tuve como compañero de instituto y que por entonces no me caía demasiado bien.  Ahora es diferente, claro, porque ella lo quiere así. 

¿Adónde querrá llevarme? Imposible saberlo. Enseguida sé que yo no soy más que palabras entre las teclas de su ordenador. Una idea, una imagen, una voz en sus dedos. Dice que la historia que me está adjudicando le llegó de repente pensando en las épocas reflejadas en cada rincón de la ciudad. Que le hubiera encantado mirar por un agujerito cada una de ellas. O pasear por los edificios –todavía en pie– y vivir cada episodio que las piedras tuvieron el privilegio de contemplar. Tantas personas interesantes, tantos momentos recogidos en los libros. Por eso quiso construir una narración que se deslizase por todos esos años. Y la Virgen es el vehículo que la transporta.  También el hotel, aquel que ella y sus compañeros de Alas de Papel convirtieron en un lazo común para todos los personajes que componen el libro que respira los aires de la ciudad. 

¡Pero qué revuelo en el pueblo! Qué nervios viendo al dueño del hotel fumar sin descanso mientras explica su versión. ¿Y el jefe de policía? Poniéndome ojitos mientras yo trato de enterarme de todo. Difícil, la verdad. Porque no puedo relajarme un momento ya que la autora es capaz de endilgarme al muerto. Y yo ya no estoy para estas cosas. Tampoco para enamorarme otra vez y me temo que todo puede pasar. 

 

Mercedes Suárez Saldaña





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