Lleno total en la Biblioteca de San Zoilo para recibir la novela "Malacitanus"

En un acto organizado por Alas de Papel, la Sala Antonio Parejo/Sala Antequerana de la Biblioteca de San Zoilo registró ayer, 15 de marzo, un lleno completo para recibir la novela Malacitanus, del escritor local Cristóbal Romero. Un público entusiasta de la novela histórica y la cercanía del autor marcaron el desarrollo de la presentación.

La presentación de la novela la realizó Esperanza Varo, también escritora antequerana, que recientemente presentó en el mismo escenario su novela Enyra. Intervinieron igualmente Salvador Rivas, presidente de Alas de Papel; Jesús Otaola, responsable de Ediciones del Genal; y por supuesto el autor de Malacitanus.

En aminada charla con el público que llenaba la sala al completo, se plantearon temas como la dificultad de reconstruir literariamente una ciudad que era el centro del mundo, capital de un imperio y foco fundamental de lo que es nuestra cultura, y nuestra forma de entender la vida, en pleno siglo XXI. Cristóbal Romero se propuso mostrar a los lectores “cómo eran las calles de Roma, cómo olían, qué se oía en ellas y cuál era su nombre. Presentar adecuadamente ese ambiente ha sido uno de mis mayores empeños, pues dota de solidez y credibilidad a la historia”. De ahí también el uso en el texto de expresiones latinas coloquiales y de otras que describen el entorno, fácilmente comprensibles por su evidente afinidad lingüística y por el contexto.

 

Cristóbal Romero, con Mercedes Suárez y María José Amador, miembros de Alas de Papel

Malacitanus (2016, Ediciones del Genal) entrelaza varias tramas en una intriga con gladiadores, legionarios, amor y pasiones. La novela abarca un viaje desde la Malaca romana hasta la capital del Imperio, Roma, en el año 44 después de Cristo, bajo el gobierno del emperador Claudio.  

Esperanza Varo y Cristóbal Romero

Cristóbal Romero ya está escribiendo la segunda parte de la novela, que alterna los mismos escenarios y personajes de la Roma Imperial con la Málaga de 1951, cuando la construcción de la Casa de la Cultura dejó al descubierto el Teatro Romano. A los asistentes a la presentación de Malacitanus se les obsequió ayer con el capítulo inicial de esta segunda parte.