viernes, 5 de julio de 2019

Tierra para sellar secretos

Premio Antequera - VII Certamen Literario María Carreira



«La paz no se encuentra evitando la vida»
 Virginia Woolf

Hoy no es buen día para asomarse a contemplar el mar.  El ferri se balancea e invita a refugiarse en la cafetería. Los charranes cortejan el barco mientras dejamos atrás la ciudad blanca, Ceuta, como un pañuelo tendido por un gigante al borde del estrecho. Pero he vivido tanto tiempo tierra adentro que me encanta sentir la boca del océano, el olor de la sal, el graznido de las gaviotas de Audouin precipitándose al agua como aviadores temerarios. Para ti el mar, en cambio, es tu costumbre. Tenías tres años la primera vez que te llevé y te plantaste, solemne, ante la arena. Todavía guardo el bañador de rayas que ya no te taparía media pierna. Has crecido tanto. Has cambiado tanto. Tengo tanto miedo a que te alejes de mí. Tras el cristal salpicado de gotas, veo tu cara iluminada por la pantalla del móvil. Es evidente que hablas con tu chico, y me reconforta tu gesto de felicidad, aunque siga sin saber casi nada de él. Pero, ¿acaso sé, en realidad, mucho de ti? Siento envidia de esas madres que se declaran la mejor amiga de sus hijas. Yo siempre quise serlo y nunca lo logré. A cambio, me conformo con contemplar tu dicha; con comprobar, feliz, que descubriste a tu igual, que lo elegiste a él y él te eligió, sí, pero que tuya fue la última palabra. Que el amor es, al fin y al cabo, el combustible esencial de esa cosa extraña que os sucede, a ti y a él, y que yo nunca he conocido. Pero eso ya no importa. Solo me importas tú. Tú eres mi testigo en el mundo, el colmo de todos mis anhelos, la consumación de todas mis esperanzas. Cuando no lo sospechas, siempre estoy aquí, vigilando para que nadie te robe la porción de felicidad a la que tienes derecho.