jueves, 18 de junio de 2020

Pretérito Perfecto


Passé composé… Manger… Pronunció la orden como si fuera un ruego, en el mismo tono en que daba las gracias a la patrona de la casa de huéspedes cada vez que le ponía el café por delante, o llenaba su plato de la sopa caliente con la que sobrellevaba mejor el frío. El invierno se le había echado encima, golpeándole a traición. Una mortaja gris había cubierto los días azules y la lluvia arrojaba mil alfileres contra las ventanas del aula. En la calle las piedras empapadas reflejaban, voraces, las motas de luz fugitivas.

Los alumnos obedecieron, sumisos. J'ai mangé… Tu as mangé… Il a mangé… Todos a coro, con aquellas voces de color indefinido, aferradas a la infancia en el umbral de los tonos oscuros. Los miraba y veía a unos niños. Los oía y escuchaba la fragua del tiempo, inclemente, forjando aquellas vidas.

Miró el cartel de colores vivos clavado en la pared del fondo. Caín y Abel. El buen hermano yacía en el suelo, su cabeza reposaba sobre una gran mancha de sangre, junto al arma homicida. Nous avons mangé… Vous avez mangé… Ils ont mangé… El mal hermano se apresuraba en actitud fugitiva, incapaz de comprender que era imposible la huida.

Faire… Caín, tan prisionero de sí mismo como aquellos jovencitos entre los muros. Pero ellos serían libres algún día, lejos del tacto de los pupitres de madera, del eco de sus pasos en las galerías acribilladas por arcos de medio punto. Benito, predestinado al aprobado en Lengua Francesa, y con la botica familiar en el horizonte. J'ai fait… Tu as fait… Il a fait… Carlos debería conformarse con un aprobadillo, ya tendría tiempo de empresas mayores cuando fuera un abogado de buenos pleitos, que esa era la esperanza de su padre, funcionario municipal. Jesús tendría un aprobadejo, los estudios no eran lo suyo, para desesperación de la viuda de la librería, que bastante tenía con sacar adelante aquel mal negocio.

Ningún alumno de esa asignatura merecería un suspenso, ya estaba decidido. Vivaces, indiferentes, listillos y zopencos saldrían bien librados de este minúsculo fragmento de sus vidas. Nous avons fait… Vous avez fait… Ils ont fait… Nunca se vuelve, pensó, nunca se vuelve a la niñez, a no ser que cierres los ojos y toques, y oigas, y huelas, y dibujes todas las sensaciones que surcaron los años tempranos. A no ser que construyas signos con la tinta y con la pluma.

La hija de la patrona lo avisó para cenar. Él levantó la vista hacia aquella niña de ojos grandes e inteligentes, y se sonrojó. Ella se acercó curiosa, ¿otra vez escribiendo, don Antonio? ¿Y qué es, si se puede saber? El hombre le mostró los garabatos apresurados, y sonrió mientras leía:

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.



Salvador Rivas
Relato publicado en el número monográfico de
la revista Estrechando dedicado a Antonio Machado





1 comentario:

  1. Muy bueno. Me parece un acierto "técnico" enmarcar las reflexiones del profesor en la acción de los alumnos conjugando verbos. Te felicito. Buen año 23.

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