Una lluviosa tarde del otoño pasado se presentó, en la Librería Alberti de Madrid, la primera novela del antequerano Ignacio Moreno Gozálvez: El Encanto. Publicada por nuestro paisano Paco Torres. Escrita cuando Moreno estaba destinado en Rusia, en tardes oscuras que se hacían eternas, con un silencio sepulcral mientras nevaba tras los cristales de la ventana. Pese a estar redactada en el frío invierno ruso la acción transcurre en dos lugares tan cálidos como California y Málaga. En un pueblo de la provincia malagueña, creado por el autor, denominado Velada, en los años sesenta del siglo pasado. Al igual que otros escritores situaron sus novelas en territorios míticos como Macondo, Yoknapatawpha, Santa María o Mágina, Velada es el escenario donde transcurre parte de la novela. Un pueblo con castillo que podría estar inspirado en la propia Antequera, y Santiñán, el cortijo adonde regresa el protagonista podría ser cualquiera de la fértil vega antequerana.
La novela aborda un viaje de ida y vuelta. La emigración en los años veinte de Alonso Aspillaga a California, en busca de un futuro mejor, y el regreso de su hijo, Martín, treinta años después. Vuelve para hacerse cargo de la finca que había comprado su padre y realizar su tesis, que le permitirá regresar de profesor a una universidad americana. Una tesis que plantea si don Quijote está de verdad loco, si es un antiactor que se cree tanto su papel que enloquece y Hamlet un actor consumado que finge haber perdido la cordura para conseguir sus propósitos. Pero en Santiñán descubrirá que la vida no siempre es como uno la plantea y se trastocarán sus planes. El Encanto, como bien afirma su autor en una entrevista reciente (Diario SUR, 23/12/16), trata de la influencia de la gracia en la visión del mundo de los personajes y de los valores cervantinos de la fidelidad, la fe, la necesidad de romper con el pasado para nacer de nuevo, la utopía, la nostalgia, la compasión… Estilísticamente se siente deudor de Virgilio, Garcilaso, Juan Ramón Jiménez y José Antonio Muñoz Rojas.
El texto intenta descubrir qué es lo que nos hace vivir. Plantea la disyuntiva de saber o vivir en la inopia feliz. Una idea que desarrolla el texto es la vitalidad quijotesca, mediterránea, en contraposición a la melancolía hamletiana, anglosajona. El arraigo y el desarraigo de los dos protagonistas, que no acaban residiendo en su lugar de nacimiento, también vertebra la obra. Una primera novela brillante, de recomendable lectura.
Alfonso Pérez
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