Un centenar de personas llenó por completo el pasado sábado el patio del Museo de Arte de Diputación (MAD-Antequera), y acompañó a Alas de Papel, un año más, en la celebración de la literatura que supone la entrega de premios del Certamen Literario María Carreira. Un centenar de personas, juntas y diversas, como diversas son las muchas formas que existen de vivir la cultura. Tantas como seres humanos.
En efecto, muchos son los puntos de vista que interpretan y sienten un mismo hecho cultural, que reflexionan en torno a él y se emocionan. Se trata de una actitud insólita en un mundo cada vez más enfrascado en las reacciones inmediatas, en la viralidad y el universo virtual. Ante la exigencia de los valores absolutos, sin matices ni contexto, tal vez sea hora de reivindicar el debate sosegado, cara a cara, y el intercambio de ideas. Con esa arcaica manía de aprender del otro.
Tal vez así las opiniones podrían situarse en su justa medida. Tendríamos en cuenta las opiniones fundadas y documentadas. No perderíamos el tiempo con las opiniones apresuradas basadas en prejuicios.
Pero las opiniones son tan relativas que cambian a lo largo del tiempo. Y en literatura, más aún. Un buen número de lo que hoy consideramos obras maestras, estuvieron proscritas en su momento. ¿Recuerdan la película Las uvas de la ira, tan bonita? Bueno, pues recuerden mejor el libro. Que de eso hablamos. Las uvas de la ira, de Steinbeck, sobre la emigración de una familia por la gran crisis del 29. Una magistral novela, que precisamente en estos tiempos está más vigente que nunca. Pues en California no hizo ni pizca de gracia. Las bibliotecas públicas la retiraron y se hicieron piras con cientos de ejemplares de la novela. Decían que daba una mala imagen de la sociedad californiana. También es cierto que en los años 30 estaba muy de moda hacer hogueras con libros. Faltaban algunas décadas para que se inventara Twitter, pero se ve que ya ardían algunas redes sociales.
Kafkiano fue otro veto literario, el que sufrió La Metamorfosis, de Kafka. Por parte de nazis y de soviéticos. Cualquiera se pregunta: ¿pero qué secreto mensaje subversivo pudo tener la historia de un señor que despierta una mañana, convertido en cucaracha? Si alguien tiene la respuesta, la conoceremos después de la publicidad…
Más comprensible es la persecución que sufrió 1984, de Orwell, a instancias de tirios y troyanos. Si todo régimen autoritario ha prohibido o dificultado la difusión de esta novela, si todo dictador se ha sentido aludido, será porque da en el blanco. Orwell era un genio: puestos a ofender, ofendió a cuantos se lo merecieron. Y en esta ofensa honró a cuantos creen en el carácter liberador de la cultura.
Ni los clásicos más sagrados se han librado del descrédito, la prohibición o la censura. ¿Les suena Homero? Pues a Platón también le sonaba, y no precisamente para bien. Opinaba que la obra de Homero es falsa e inflama las pasiones. En esto el filósofo se situaba a la altura de Calígula. Al emperador romano no le agradaban las ideas excesivamente liberales que procedían de Grecia. Y todas esas historias de Homero, repletas de reyes, héroes y caudillos con una muerte violenta, no le harían presagiar nada bueno.
¿Y qué me dicen de las cuestiones morales y sexuales? Si la publicación de Lolita, de Nabokov (sí, también tiene película), en 1955, abrió un debate que aún no se ha cerrado, ¿creen que esta novela se hubiera podido siquiera publicar en la actualidad?
No porque nadie la prohibiera, sino porque ninguna editorial correría el riesgo. Si su calidad literaria nos hace contener la respiración, sus implicaciones nos dicen mucho sobre la potencia de la literatura para sacudir las conciencias.
El diario de Ana Frank. Pues también fue censurado. En sus pasajes de contenido sexual. No olvidemos que fue escrito por una adolescente. Trópico de cáncer, de Henry Miller. Fue un escándalo cuando se publicó. Estuvo prohibida durante 30 años en Estados Unidos, por pornográfica. Hoy figura entre las cien mejores novelas en lengua inglesa.
La lista es inacabable y no voy a cansar más con ella. Sólo quería hacer un comentario sobre la creatividad humana, la literatura en este caso, y su valoración por los demás. Lo que hoy se rechaza mañana puede ser admirado. Lo que hoy nos irrita mañana puede sosegarnos. Y un relato que hoy no obtiene premio en un concurso, mañana puede ganar el siguiente. Porque siempre nos va a emocionar, y nos va a llevar a la reflexión.
Ana, Marisa, Alfonso, Fanny, Carmen, Juanlu, Araceli, Mercedes, María José, Rafa, y yo mismo. María Carreira. Somos Alas de Papel. Nuestro empeño es compartir el placer de la literatura y la escritura. Ése es el objetivo del Certamen Literario María Carreira.
Para eso sembramos libros y recogemos emociones. Debatimos en mesas redondas. Presentamos novelas que de otra manera sería difícil conocer. Repartimos libros una vez al año. Escribimos.
Salvador Rivas
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