Imagen de la película "La trampa" |
Quería invocar un sueño. Estaba decidido y lo haría esa misma noche. Me habían contado que en los sueños obtienes las respuestas a todo. Yo, que me había estado informando y leyendo libros como El mensaje de los sueños, si quería que todo saliera bien debería de tener cerca, en la mesita de noche por ejemplo, papel y boli.
Esa noche tendría que acostarme temprano y al despertar no tendría prisa ninguna pues de lo contrario mis sueños se desvanecerían.
Sólo tenía que cerrar los ojos y visualizar un fondo negro, y luego imaginarme con letras blancas lo que quería saber.
¿Y a que no sabéis lo que soñé?
Mi pregunta llevaba tiempo rondándome la cabeza, me preocupaba y temía cualquier respuesta. Me sentía estancada, sin rumbo, sin dirección.
En el sueño yo aparecía en un museo como Lara Croft e iba cogida de la mano de mi pareja.
Como en una de las escenas de La Trampa, esa en la que debes deslizarte a través de un laberinto láser hasta alcanzar el objeto de valor, allí estaba yo, suspirando y sabiendo que debía soltarme de su mano. Que era difícil pero que era lo que necesitaba hacer.
Era lo que podría hacerme avanzar.
Entonces el sueño quedó muy claro y la respuesta aún más.
Stella D Mar
Participante en el I Taller Básico de Relato Corto
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