Cada final de curso tenemos una cita en la entrega de premios del Certamen María Carreira, en la que celebramos la pasión por la literatura. Los premios están bien, y si no que se lo pregunten a los premiados. Pero en realidad nos reunimos para compartir y disfrutar esa pasión, para charlar sobre lo que escribimos y sobre lo que leemos. Además, muy bien acompañados siempre: en ocasiones por piezas teatrales, a veces hemos tenido magia, magia hecha por un mago, digo, que la magia literaria ya se supone. Y el pasado sábado embrujados por Saxeando, pura magia musical.
Y todo esto ocurre en el Museo de Arte de la Diputación, a la que Alas de Papel agradece que edición tras edición nos confíe un precioso espacio.
Este año sólo lamentamos una pequeña sombra: la familia de María Carreira no ha podido estar con nosotros, debido a un problema de salud de uno de sus miembros, que esperamos se recupere en breve. Desde aquí nuestros mejores deseos y les esperamos en la octava edición.
No descubro nada si digo que la salud es muy importante. También en la literatura. Es muy necesaria para escribir, porque esta actividad exige un esfuerzo mental y físico mayor del que podría suponerse. Para leer, sin embargo, no es imprescindible. Todos conocemos casos de grandes lectores que descubrieron, y formaron su pasión, durante enfermedades y convalecencias. Por no hablar de las grandes historias novelescas que ha generado el mundo de la salud, centradas en el personal sanitario.
A mí, en principio, lo que me ha llamado la atención es la existencia de síndromes que han adoptado los nombres de personajes literarios. La gran mayoría, mira por dónde, de trastornos mentales.
La respuesta a lo que estáis pensando es: sí, estamos locos. Hay que estar maravillosamente loco para amar la literatura. Dejemos la cordura fuera del alcance de los niños.
Mark Twain, creador del personaje de Huckleberry Finn |
Por pura curiosidad, voy a mencionar algunos de estos síndromes:
- Síndrome de Dorian Gray (El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde): obsesión por la propia imagen y por ser siempre atractivo para los demás.
- Síndrome de Münchausen (Las aventuras del barón Münchausen, Rudolf Erich Raspe): fingir estar enfermo para recibir atención médica.
- Síndrome de Ofelia (Hamlet, Shakespeare): pérdida de precisión en la conversación, amnesia parcial, alucinaciones y depresión.
- Síndrome de Rapunzel (Rapunzel, Hermanos Grimm): impulso de arrancarse el pelo y comérselo.
- Síndrome de Huckleberry Finn (Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain): tendencia enfermiza a eludir responsabilidades durante la infancia que se alarga hasta la etapa adulta.
- Síndrome de Otelo (Otelo, Shakespeare): celos enfermizos e infundados.
- Síndrome de Pollyanna (Pollyanna, Eleanor H. Porter): optimismo enfermizo que lleva a poner en riesgo la propia vida, ante la creencia absoluta de que nada puede salir mal, y ver únicamente la parte buena de cualquier situación, por catastrófica que sea.
- Síndrome de Sthendhal: éste no tiene su origen en un personaje literario, sino en un escritor. Se sufren mareos y vértigo cuando la belleza artística desborda emocionalmente al sujeto.
Estamos locos pero sanos. La literatura es buena para la salud. Un estudio del diario británico The Telegraph, señaló que leer reduce los niveles de estrés hasta en dos terceras partes. Leer funciona mucho mejor y más rápido que otros métodos para calmar los nervios y la tensión, como escuchar música o pasear. Incluso más que una taza de té. Aunque no hay datos sobre beber un vaso de cola-cao, que seguramente serían mejores. Psicólogos de la Universidad de Sussex creen que se debe a que leer facilita la distensión de los músculos y del corazón.
Leer es saludable y escribir también, porque:
- Mejora la memoria. Se retiene mejor la información que se escribe.
- Ayuda a sanar. Escribir sobre lo que se piensa y se siente hace que las heridas físicas sanen más rápido, según un estudio de investigadores de Nueva Zelanda.
- Incrementa la felicidad. Mantener un diario ayuda a sentirse más feliz, según un estudio realizado por la Universidad de California y la Universidad de Miami. Las personas que llevaron un diario durante dos meses se mostraron más optimistas sobre la vida.
- Permite dormir mejor. Con quince minutos por la noche escribiendo se coge mejor el sueño, según un estudio de Applied Psychology: Health and Well-Being.
Chejov: “La medicina es mi esposa y la literatura es mi amante” |
Con estas virtudes, no es de extrañar que haya habido muchos médicos que se hayan dedicado a la literatura. Recordemos algunos de ellos:
- Antón Chéjov, para muchos el mejor escritor de relatos de la historia. Decía de su doble condición: “La medicina es mi esposa y la literatura es mi amante”.
- Mijaíl Bulgákov. Dramaturgo y autor de relatos. Sus años como médico rural se ven reflejados de forma casi autobiográfica en Diario de un joven médico.
- Somerset Maugham. Autor de El filo de la navaja. Maugham trabajó como espía en Rusia para el servicio de inteligencia británico.
- John Keats. Gran poeta británico. A los 21 años, Keates recibió su licencia para practicar medicina. Tan solo cinco años después murió en Roma tras una larga batalla con la tuberculosis.
- Arthur Conan Doyle. El creador de Sherlock Holmes. Se especializó en el campo de la oftalmología.
Y por supuesto, muchas grandes historias de la literatura resulta que tienen como protagonistas a médicos, o se centran en el mundo sanitario:
- El doctor Zhivago, Boris Pasternak.
- Frankenstein o el moderno Prometeo, Mary Shelley.
- Un médico rural, Franz Kafka.
- El médico, Noah Gordon.
- Los renglones torcidos de Dios, Torcuato Luca de Tena.
- Cuerpos y almas, de Maxence van der Meersch.
- El árbol de la ciencia, de Pío Baroja.
- La ciudadela, de A. J. Cronin.
- La montaña mágica, de Thomas Mann.
- Sinuhé el egipcio, de Mika Waltari.
Mika Waltari, autor de "Sinuhé el egipcio" |
Vista la tesitura, no hace falta decir que tanto Alas de Papel como el Certamen María Carreira gozan de una excelente salud. El permanente contacto con la literatura, y con quienes la aman, todos vosotros, obran el milagro. Y para que podáis comprobar su aspecto (literariamente) saludable, paso a identificar a mis compañeros de Alas de Papel, cuyo esfuerzo hace posible tanto este certamen como el resto de actividades que organizamos. Ellos son:
María José Amador.
Fanny Beaudoin.
Francisco Javier Chamizo.
Carmen María Herrera.
Marisa López.
Ana Monteza.
Alfonso Pérez.
Juan Luis Reina.
Araceli Ruiz.
Rafael Ruiz.
Mercedes Suárez.
Son, somos, el colectivo literario Alas de Papel, y llevamos con nosotros el nombre de nuestra ciudad allí donde vamos. Archidona, Málaga, Cártama, Benalmádena, Algeciras, Granada… Son algunos de los lugares a los que hemos sido invitados en el último año. Y en los que hemos dejado bien sentado que somos de Antequera: gente saludable. ¡Salud y literatura!
Salvador Rivas
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