Colección Relatos Antropocéntricos
Las primeras notas de una melodía muy familiar me recuerdan que existo. Rememoro parte de la letra omitida en esta versión instrumental:
Imagina que no hay paraíso,
[…]
Ningún infierno…
[…] solamente cielo,
Imagina a toda la gente
Viviendo al día...
[…]
Ningún infierno…
[…] solamente cielo,
Imagina a toda la gente
Viviendo al día...
Mundos oníricos se desvanecen como el humo de un cigarrillo, dejando la sensación de un placer efímero.
Imagina que no hay países,
[…]
Nada por lo que matar o morir,
[…]
Imagina a toda la gente
Viviendo la vida en paz
[…]
Nada por lo que matar o morir,
[…]
Imagina a toda la gente
Viviendo la vida en paz
Despierta la voz de la conciencia para proclamar leyes de obligado cumplimiento.
Imagina que no hay posesiones,
[…]
Ninguna necesidad de codicia o hambre,
[…]
Imagina a toda la gente
Compartiendo todo el mundo...
[…]
Ninguna necesidad de codicia o hambre,
[…]
Imagina a toda la gente
Compartiendo todo el mundo...
Un cuerpo se despega del cálido molde que su pareja le proporciona durante el descanso nocturno.
Tú puedes decir que soy un soñador,
Pero no soy el único,
Espero que algún día nos unamos,
Y el mundo vivirá como uno solo.
Pero no soy el único,
Espero que algún día nos unamos,
Y el mundo vivirá como uno solo.
Ya no lo puedo demorar más. Es la señal convenida para activar el conjunto de elementos que pertenecen a la id-entidad que soy. Huesos, tendones, músculos y demás órganos palpitan con la activación de un nuevo ritmo vital para dar soporte a un sinfín de pensamientos pasados, que se proyectan hacia un futuro incierto.
Enciendo la luz automáticamente, algo complejo que realizo sin mucho esfuerzo con una simple pulsación a un interruptor estratégicamente ubicado, e innumerables objetos con todos sus atributos: colores, formas, marcas… aparecen de la oscuridad. ¿Sería algo mágico si no fuera tan cotidiano y previsible? Venciendo a la perezosa inercia basal de un letargo profundo emerjo impulsado por el recuerdo de compromisos y obligaciones adquiridas sin tener muy claro cuándo se originaron. La más imperiosa de todas: evacuar una vejiga dilatada por la orina con la dificultad añadida de tener que utilizar ilógicamente un miembro eréctil para tales propósitos. Sin embargo, el margen de error es necesario, aunque no siempre suficiente, para no mear fuera de una taza que engulle las excreciones corporales, inútiles para una sociedad esterilizada y aséptica. ¡Qué distinto es para los esquimales que lo aprovechan todo! ¡Qué extraño sería para ese grupo humano contar con la posibilidad de mover dentro de su iglú una palanca, que le proporcionara un fluido continuo de agua caliente! La mía es un monomando ergonómico, cromado brillante de la marca Tebisa. Me aseo con el ritual diario mientras decido la vestimenta para ese día; me preocupa una imagen que ofrecer. Un esfuerzo que se ahorran los que visten de uniforme, hábito, practican la desnudez o no cuentan con un ropero lleno de alternativas. Un desayuno rápido de una despensa bien provista no plantea ningún desafío para la ingesta diaria. ¿Todo estudiado y al alcance de la mano? ¡Prefiero tomarlo en el bar!
Apago mecánicamente también el radio-despertador Sony permanentemente configurado con dos alarmas: la primera, para activar un CD musical, y la segunda, la radio que anula a la anterior. Es indispensable para arrancar el programa matutino. Las noticias del tiempo y la actualidad de un mundo exterior conocido inundan el ambiente de referencias necesarias para ese día. Con besos de buenos días y despedidas temporales, ¿también mecánicas?, cierro mi amanecer al cruzar el umbral de la puerta principal abandonando el universo visible de mi hogar, nutrido con intersecciones de elementos compartidos pertenecientes a cada una de las identidades que lo constituyen.
Voy predispuesto de camino a un trabajo rutinario, que un día tuve la suerte de poder elegir. ¿O eso quiero creer? Donde sé lo que me espera con poco margen para la sorpresa, porque prescindo de los detalles y distracciones en aras de un mejor ejercicio profesional. ¿Repetir lo probado que razonablemente funciona? ¿Deformación profesional?
Las calles, que transito jalonadas con farolas de luces mortecinas, son reconocibles por la oscuridad de la noche; configuran conjuntos de espectrales elementos, que a su vez son subconjuntos de otros y que están incluidos en otros mayores hasta alcanzar una escala significativa y perceptible para los sentidos. Son las mismas luminarias que envuelven a otros mundos tangenciales al mío, asociado a cada punto diario de una variedad diferenciable formado por todos los vectores posibles: pensamientos, deseos, anhelos, sueños, miedos, amores… y tangentes a dicho encuentro.
— ¡Buenos días, Soledad! —Una señora bajita y gruesa, de rasgos afables que se dedica a la limpieza de unas oficinas bancarias: esto y poco más es lo que conozco de ella.
—Un vaso de agua y la cuenta, por favor. Adiós, Juan —Me sirve el desayuno desde hace años y a penas conozco algo de su vida que no sean retazos ocasionales que acompañan a los comentarios estereotipados de la actualidad.
Son mundos simplificados por una visión reduccionista, amparada por una ley de generalización egocéntrica, aplastante de la diversidad y variabilidad manifiesta en el universo. Cada mañana saludo al barrendero, quiosquero y muchas otras personas de las que desconozco todo. Me siento excluido y perdido ante tantos mundos humanos, que se cruzan, adelantan o adelanto por la otra acera y la mía propia. ¿Cómo será su vida?
Me abruma, me empuja a la desolación y a la impotencia las infinitas relaciones abortadas por mis propias limitaciones. Me hundo en mi pequeñez y me obligo a conformarme con mi micro-universo explorado. Al mismo tiempo, me pregunto: ¿por qué cuando transito por la naturaleza no siento lo mismo? Me fascino con su belleza sin ninguna sensación de no pertenecer a ella o que ella no me pertenezca por entero a mí. Coincido con Joseph Fourier al creer que «El estudio profundo de la naturaleza es la fuente más fértil de descubrimientos matemáticos».
Señores alumnos y alumnas, buenos días, hoy descubrirán que la teoría de conjuntos es lo suficientemente rica como para construir el resto de objetos y estructuras de interés en matemáticas... y junto con la lógica permite estudiar los fundamentos de ésta… La teoría de conjuntos más elemental es una de las herramientas básicas del lenguaje matemático. Recuerden que para Galileo éste fue creado por Dios para escribir el universo. Dados unos elementos, unos objetos matemáticos -como números o polígonos, por ejemplo-, puede imaginarse una colección determinada de estos objetos, un conjunto. Cada uno de estos elementos pertenece al conjunto, y esta noción de pertenencia es la relación relativa a conjuntos más básica. Los propios conjuntos pueden imaginarse a su vez como elementos de otros conjuntos…
Sorbiendo el café solo de la hora del recreo medito: ¿Será una causalidad o casualidad el que me haya despertado esta mañana cuestionando la cotidianidad? Qué razón tenía Félix Klein cuando decía que «siempre debiera pedirse que un asunto matemático no se considere agotado hasta que haya llegado a ser intuitivamente evidente». Aunque también es probable que lo evidente corra el peligro de convertirse en cotidiano y pasar desapercibido.
"Es increíble que la matemática, habiendo sido creada por la mente humana, logre describir la naturaleza con tanta precisión".
"Lo más asombroso de la naturaleza es que resulte tan sorprendentemente simple."
Albert Einstein
Y que la mente humana la complique laberínticamente.
Francisco Javier Chamizo
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