Pinceladas sobre el relato que cierra "Hotel Barbacanas"
Dibujo de David Pasamontes |
Un ángel exterminador recorre los pasillos de un gran edificio, de un hotel. Sigue los pasos de un joven, en apariencia un joven, que va arrastrando con su destino el de todos aquellos que se le aproximan. Podría jugárselo a las cartas, pero no, esas las reserva para otros menesteres.
En cada nuevo encuentro se enfrentan separados por un tablero, continuando una partida cuyo inicio se aleja en el tiempo, que de antemano uno de los dos sabe perdida y tan solo busca prolongar la llegada del desenlace. Mejor hoy no, quizá mañana, quizá más adelante.
Suena un vals en su cabeza. Parece flotar por esos mismos pasillos. La figura siniestra ha desaparecido, ha dejado su rol al protagonista que, mientras nieva en el exterior del hotel, en su interior lucha por no perder el juicio. Ya no es la víctima sino el verdugo. La música ha cesado, ahora escucha voces que proceden del propio edificio, de la inteligencia artificial en la que se apoyaba para dirigir el hotel.
Cine, cine, cine, más cine por favor, y no solo cine. Retazos de cine (pasados por un tamiz agitado por el propio Morfeo), que a la literatura vuelven unos, llegan otros, para dar forma y cuerpo al último relato de Hotel Barbacanas.
Rafael Ruiz
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