jueves, 25 de mayo de 2017

Gloria Fuertes: la voz adulta de la poeta de los niños


Con la sala llena hasta el último asiento, el público en pie y palmeando al ritmo de Un globo, dos globos, tres globos acabó el pasado 18 de mayo la charla que María José Amador, miembro de Alas de Papel, ofreció sobre Gloria Fuertes, con motivo del centenario de su nacimiento. Contó con la ayuda de Mercedes Pardo, en la voz de Gloria Fuertes, y de Teresa Ruz, que realizó el powerpoint con imágenes inéditas de la escritora. Esta actividad estuvo organizada por el Centro de Información a la Mujer (CIM) del Ayuntamiento de Antequera, con la colaboración de Alas de Papel. A continuación, se reproduce un extracto de su contenido. Para ver el video completo del acto, pinchar aquí.

 “Un globo, dos globos, tres globos…”

Es imposible que ahora mismo, al escuchar esta canción, alguien de más de cuarenta años en esta sala no haya notado un salto en el interior: ese olor a Cola-Cao mientras nuestra madre preparaba la merienda; tardes, un poco sepias ya, en las que correteábamos libres y sueltos por las calles en un mundo que parecía más abarcable que el actual. Un tiempo en el que los cuentos narrados en corro eran suficientes para despertar la imaginación en los niños. 

No necesito explicar que Un globo, dos globos, tres globos era un programa de TVE que comenzó a emitirse en octubre de 1974 hasta 1979. Todo el mundo sabe, que la sintonía fue escrita por Gloria Fuertes que, además, era una de sus mayores exponentes.

A su presencia en este programa en los años 70, le seguiría La Cometa Blanca en el año 81, donde sentada en una mesa camilla, con chalecos y corbatas de colores, nos recitaba El gato garabato y otros versos.
María José Amador, durante la actividad


Por lo tanto, para los que éramos niños o eran padres en la época de los 70 y 80, es imposible imaginar esa literatura que se nos dirigía (a través de cuentos o poesías) sin la voz de trapo de Gloria Fuertes y que a mí, particularmente, me llenaba de curiosidad pero también me daba un poco de miedo. 

Y por eso, cuando Gloria Fuertes murió, lo que quedó al parecer de ella  fueron sus publicaciones infantiles, aquellas intervenciones televisivas y las imitaciones y parodias que se hicieron de ella (todos recordamos la famosa de Martes y Trece). En este país tan dado a las etiquetas, fue unánime la referencia constante a ella como “una niña grande”. Y es cierto que las etiquetas nos pueden ayudan a comprender, pero también nos perjudican cuando no dejan que nos salgamos de esos límites que nos han impuesto. 

Si tecleamos su nombre en el navegador, encontraremos “Ocupación: escritora. Género: literatura infantil y juvenil”, lo que no deja de ser algo injusto para una mujer que vivió en cuerpo y alma la poesía en todas sus edades.

Es cierto que esas noventa y cuatro publicaciones de poesía y cuentos infantiles son Gloria Fuertes, la parte más luminosa a la que no queremos menospreciar, pero también es necesario hacer justicia histórica y descubrir que Gloria era mucho más.

Generación del 50

Me encanta esa Nota biográfica perteneciente a una de las obras más emblemáticas de Gloria Fuertes, Antología y poemas del suburbio, que se publicó en 1954. En ella se contienen casi todos los temas fundamentales de su poesía: la miseria, la soledad, el pacifismo, el amor, el punto de amargura provocado por la creencia de que no tuvo el mismo reconocimiento por ser mujer, y abarcándolo todo, el humor. Un humor, que como veremos más adelante, es una coraza protectora ante las grandes tragedias –que las hubo- de su vida y que impedía el resquebrajamiento total ante la desesperación y la soledad que la acompañó siempre.

Con estas pinceladas ya nos apartarnos poco a poco de esa dulce y rechoncha abuelita fabuladora para introducirnos en la poeta de posguerra, perteneciente a la denominada Generación del 50, postmoderna y partícipe de una corriente que llevó a romper los moldes de los cánones clásicos de la poesía imperante hasta el momento. 

Si se dice que la poesía española del siglo XX se divide en dos etapas: antes y después de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso (en esa vulgarización del idioma, en alcanzar una poesía más comunicable, más humana y cercana que sacudió a los autores de posguerra). También se afirma que la poesía femenina española puede dividirse igualmente en antes y después de Gloria Fuertes. 

La proyección internacional de Gloria Fuertes que hoy sigue vigente en Estados Unidos, y en otros países, nada tiene que ver con la etiqueta de poeta (no poetisa, como le gustaba recalcar) infantil, sino como la voz contestataria al momento histórico que le tocó vivir. En parte motivado porque fue descubierta allí en la segunda mitad de los años 60, una época de cambios y de cuestionamientos ideológicos, así como de las primeras oleadas feministas. En América es una referencia en las universidades como poeta feminista y marginal, lo más alejado de la etiqueta infantil y perteneciente de lleno a la corriente postmodernista.

Gloria Fuertes en diversos momentos de su vida
Pero no deberían extrañarnos nada todas estas sorpresas o interrogantes que surgen al aproximarnos a la figura de Gloria Fuertes porque lo más difícil, sin duda alguna, es tratar de reconstruir su vida con cierta coherencia, puesto que no existe apenas material. Las escasas referencias biográficas han sido extraídas de sus poemas confesionales (Gloria se definía como “yoísta” o “glorista”, en el sentido de que le gustaba hablar de sí misma en sus poemas, medir la vida a través de sus principios e ideas personales). Sin embargo estas notas autobiográficas son a menudo medias verdades o mentiras enteras, disfrazando su realidad en sus poemas, ofreciendo una verdad muy por encima de la verdad, quitándose entre uno y diez años, diciendo cosas que había hecho o copiando extractos de sus poemas convirtiéndolos en opiniones.

Como curiosidad, decir que incluso en la Fundación Gloria Fuertes pueden encontrarse erratas sobre la edad en la que se suponía que hizo cada cosa. 

Gloria Fuertes se retrató en su poesía autobiográfica como “solitaria, religiosa, lesbiana, enamoradiza, soltera, feminista, fumadora empedernida, pacifista, castiza y poeta”.

Y en ningún poeta contemporáneo la relación poesía y vida se presenta con más evidencia que en su obra. Ésta es un testimonio vital, sentido y profundamente humano de su trajinar por la realidad. Los grandes temas que han caracterizado la producción poética de Gloria Fuertes me servirán ahora de referencia para dibujar un esbozo de su vida:


Lo autobiográfico: Amor, humor y desamor

Para conocer su vida basta leer sus obras. 


La incomunicación y la soledad

Expresa la incapacidad de comunicación del hombre moderno y se duele de su soledad, expresiva y permanente, que sintió durante toda su vida.


El mundo del arrabal y lo cotidiano. La poesía social

La poeta siente dolor y frustración al ver el abismo de las clases, la abundancia de uno y la penuria de otros, el despilfarro de los países industrializados cuyos desperdicios constituirían el alimento ansiado en otras latitudes. Tono coloquial, lenguaje directo, natural, más hablado que literario que huye de toda floritura y elegancia para llegar al pueblo.


La guerra

Sufrió en su infancia y juventud la “Guerra Incivil española” y la Segunda Guerra Mundial. En su madurez la de Corea, Vietnam, Camboya, Oriente Medio y África. Todas la marcaron profundamente y la convirtieron en una pacifista declarada hasta el final de sus días.


Dios

Estrecha relación con Dios sin caer en un dogmatismo o misticismo. Para ella está presente en todas partes y lo trata de tú a tú.


La muerte

Es una vuelta al lugar antes de nacer. Hace mofa trágica de ella o a veces, la contempla como salida ante el sufrimiento, como un descanso. Es un tema recurrente que a abarcar desde el tono grotesco al más macabro.


El humor

Admiradora de Ramón Gómez de la Serna. Gusta de juegos verbales que recuerdan a las famosas greguerías de aquel y de paranomasias (recurso literario que utiliza palabras con sonidos semejantes pero significados distintos). Es un humor que recrea, enseña y hace reflexionar. Lo utiliza para fustigar a la humanidad, burlarse de ella misma y como tabla de salvamento frente a la desesperación.


Y ahora sí, entremos de lleno en la vida de Gloria Fuertes. Voy a ir relatando los momentos más significativos en su trayectoria. Los vitales y los literarios porque ambos, creo, son indisolubles. Y me centraré más en sus primeros años y juventud porque, considero, que son el germen de su peculiarísima personalidad. Iré acompañado las referencias con comentarios realizados por ella misma (en la voz de Mercedes Pardo) porque son la fuente fundamental para conocerla, así como poemas relativos a su momento concreto de producción poética.

Gloria Fuertes nació en el barrio de Lavapiés el 28 de julio de 1917.

“Barrios de gente obrera, mucha necesidad, mucha puta y algún convento”.

Su padre fue conserje en la Gota de Leche (obra social donde iban las madres sin recursos para recibir consejos de higiene y leche pasteurizada gratis) y después del Catastro. Su madre era costurera y mujer de la limpieza. Gloria pasa los primeros años viendo niños hambrientos que desfilan en procesión por delante de su cara.

Tiene tres hermanos y una hermana, todos mayores que ella menos Angelín que por ser pequeño le da cierta envidia (“porque a él le querían un poco y a mí nada”).  No es una niña como las demás. A los tres años va a un colegio de monjas donde aprende a leer y escribir y a los cinco ya ilustra sus propios cuentos, que lee a los niños de la escalera de su casa. A pesar de ser una niña alegre le cuesta encontrar amigos y se aísla en su cuarto creando historias que se cuenta a sí misma.

Esta necesidad de sentirse querida, la necesitad del amor de los demás,  la acompañará durante toda su vida.

“He sido una niña de suburbios, y mi mejor juguete me lo encontré en el barro. Era un perro muy feo pero recién nacido, aún no andaba, tenía los ojos cerrados. Lo cogí en el desmonte temblando emocionada, me lo llevé a mi casa y lo escondí en el patio. Con mi bufanda vieja le hice capa de abrigo, le bauticé un domingo con los chicos de mi barrio, le pusimos de nombre Pirulín de La Habana, y estrenó una cunita de cajas de zapatos. Cuando se iba mi madre a coser por las casas, yo le hacía a mi perro vestiditos de trapo. ¡Qué dulzura tenía mi perro callejero! Mi perro vivió mucho pero un día, en la guerra, un obús para él solo me lo deshizo en el acto. Aunque ahora viaje por el mundo y mi mundo sea otro, aunque sufra despacio, aunque triunfe y me quieras… sigo sin poder olvidarlo”.



Empieza a inventarse amigos (“por la necesidad de amar y ser amada y para que los mayores creyeran que no estaba tan sola”), entre ellas Carmencita, Pepinita y Coleta; esta última alter ego se acabará convirtiendo en uno de sus personajes de sus obras infantiles. Grita sus nombres por la ventana para que los vecinos den por hecho que tiene amigas. No soporta los cuentos de hadas. Exige finales felices.

“Comprendo que los poetas que han nacido en un seno y ambiente burgués tengan un cierto sentido de culpabilidad. No es mi caso. Yo nací en un seno de hambre y de pobreza. Me crié en una chabola a ras de tejado, no había luz eléctrica ni agua. Retrete sí, con una cortina de sábana vieja pieceada. Exquisitamente decorativa“.  

Pasa por diversos colegios, la expulsan de tres por contestar a los profesores. Saca malas notas y decide que los ceros no son tan malos. A partir de entonces puntúa todo lo que hace en sus cuadernos y diarios con un sistema que va de uno a tres ceros: lo bueno se lleva un cero y lo sublime tres, sin notas negativas.

A los catorce años deja la escuela y comienza a escribir poesía.

“Empecé a escribir poemas cuando descubrí que se podía querer a una persona que no era de tu familia. Menuda sorpresa me llevé”.

Comienza a trabajar con su madre de limpiadora en la revista Lecturas. Una noche cuando tenía quince años deja en la mesa del director un poema, Niñez, juventud, vejez, y lo ve publicado la semana siguiente en la revista. Esa es su primera publicación de la que, por otra parte, no vio ni un duro.

A los dieciséis años su madre la matricula en la Escuela de Educación Profesional de la Mujer.

“Allí me diplomaron pero bien diplomada en cocina, bordados a mano y a máquina, puericultura, corte y confección…Y por si fallaba -que falló- lo del casamiento, la que me parió me apuntó también a Gramática y Literatura…”

A pesar de la indiferencia de su familia, sigue escribiendo.

“Cuando mi madre me veía con un libro, me pegaba. Nadie de mi familia me dijo nunca “escribe, hija, escribe que lo haces bien…” Nadie. No tengo nada que agradecer a mi familia”.

Cuando al año siguiente, en 1934, y con diecisiete años muere su madre, deja los estudios por obligación. Entra a trabajar como contable en una empresa de armamento, un trabajo que odia. Ese mismo año escribe su primer poemario, Isla ignorada, que no verá la luz hasta 1950, dieciséis años después.

Es un libro que no tuvo demasiada difusión y acogida, aunque algún crítico dijera que “nos impresiona, no este libro, sino lo que esta mujer va a escribir”.

Recordemos que el poemario sale a la luz cuando ella tenía 37 años, pero considero interesante resaltarlo ahora para entenderla en aquel preciso  momento, una muestra de aquella veta juvenil con lo que luego habría de venir. 

Sin detenernos mucho más, podemos encontrar en estos poemas primarios motivos como la naturaleza, el amor, anhelos indefinibles, dolor y otros sentimientos. No aparece rasgo alguno de lengua coloquial, ni menos el carácter popular o madrileño posterior quizá por falta de valor todavía para presentar al público ese estilo urbano, tan suyo posteriormente. 

Durante la Guerra Civil -Incivil, según la llamaba- conoce de primera mano el hambre y la muerte.

Tiene dos primeros novios, de cada bando, y los pierde a los dos. Manolo, un obrero de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), muy guapo y comprometido, que desaparece en combate. Y un año más tarde, Eugenio Rosado Rivas, un médico y pintor de derechas, casado. Cuando lo meten en la cárcel, Gloria lo visita todos los días sin importarle el qué dirán, hasta que unos meses después muere fusilado.

La guerra deja una profunda huella en Gloria. 

“Sin la tragedia de la guerra quizá nunca hubiera escrito poesía”.

Durante los primeros años de la postguerra, vive sola y acude con mucha frecuencia a la emblemática Taberna Antonio Sánchez, lugar sagrado del toreo. Poco a poco se convierte en una figura habitual de los ambientes poéticos y nocturnos de Madrid, una aparición única en el panorama, primero por ser mujer y segundo, por su personalidad, tan moderna. Algo impensable para la época.

"Yo he sido feminista desde que era una niña, pero no lo he sabido hasta bien pasados los cincuenta años, creo que fui la primera mujer que se recorría Madrid en bicicleta, y que iba con falda-pantalón primero y pantalón sin más después, y con corbata, una cosa diletante. Eran cosas que estaban muy mal vistas…"

Empieza a salir con su primera novia: Chelo Sánchez Serrano.

La fiel Chelo permanecerá como una figura indispensable en su vida de forma constante, adoptando diversos papeles (compañera, novia, amante, secretaria, cocinera, amiga, confidente) durante sesenta años hasta su fallecimiento. 

Al terminar la guerra había comenzado a trabajar como secretaria en el Ministerio de Información y Turismo. Prepara varias historias ilustradas por ella misma y las presenta a la revista semanal Maravillas, que era el suplemento infantil del periódico falangista Arriba. Se las aceptan y al poco tiempo le ofrecen el puesto de redactora fija.

“Tuve que mirar en el diccionario qué narices era una redactora”.

Durante los dieciséis años siguientes, desde 1939 a 1955, publicará cuentos e historias en Maravillas y otras revistas como Flechas y Pelayos, y Chicas y Chiquitito, entre otras. Entre sus creaciones más conocidas, Coleta, la niña imaginaria de su infancia (niña pobre de pueblo que se marcha a la ciudad como criada de ricos, tal y como fue ella).

Con veinticinco años, conoce al poeta Carlos Edmundo de Ory y se hacen amigos primero y novios después. Él es quien la introduce en el postismo, que no es más que una rama del surrealismo; “un culto al disparate”, según sus miembros. Gloria causa furor entre ellos. Como apunta su gran amigo el poeta Francisco Nieva: 

“Era una mujer nueva que se enfrentaba con ternura a los hombres, tan brutos ellos, era un compañero perteneciente a un tercer sexo divino que rompía con todo en aquella España de hierros y caspa, y el resto la mirábamos fascinados antes su aspecto y sus palabras”.

Obtiene el premio de letras para canciones de Radio Nacional de España en 1947 (con treinta años) y comienza a recitar poemas a través de las ondas de forma habitual. Su popularidad no para de crecer.

En paralelo a la literatura infantil, funda en 1951 junto con Mª Dolores de Pablos y Adelaida las Santas, el grupo poético femenino Versos con Faldas, que organiza recitales y lecturas de poesía semanales en Madrid sólo para mujeres. Los ataques de la prensa y los poetas oficiales no se hacen esperar, las ridiculizan de forma sistemática. El grupo se desintegra en 1953.

“Estábamos tan hartos de tantos poetas pesaos que no sabían ni escribir, y de que no nos dejasen leer a nosotras en los recitales. Si en vez de llamarme Gloria me hubiera llamado Glorio, otro gallo me habría cantado”.

En 1952, con treinta y siete años, estrena su primera obra de teatro, Prometeo, publica su primer libro infantil, Canciones para niños, y funda la revista Arquero, con Antonio Gala, de la que fue directora durante dos años.

Aprende a combinar la poesía infantil y la social.

A mediados de los cincuenta, publica su emblemática Antología y poemas del suburbio y después Todo asusta, en la editorial venezolana Lírica Hispana, debido a que estos libros, por su temática social y espíritu crítico, no pueden verse editados en la España de la dictadura.

Pero entre Poemas del suburbio y Todo asusta, publica en el año 1954 Aconsejo beber hilo, que es el poemario en el que la obra de Gloria alcanza toda su plenitud y singularidad inconfundible.

Como siempre, hay poemas de contenido autobiográfico y trata de trasmitir esa cotidianeidad mediante el tono conversacional, como si estuviera hablando, con la representación de objetos mágicos, y puede ser pastor de gatos, tener un pájaro en el pecho o un tigre debajo de su mano. Todo es posible en esos poemas.

Al darse cuenta de que la escritura no le puede dar de comer, estudia biblioteconomía e inglés en el Instituto Internacional, donde se quedará trabajando durante tres años hasta que la nombran encargada de una biblioteca pública.

“Dios me hizo poeta y yo bibliotecaria. Fue una de mis épocas más felices. Aquellos años en los que, ya al frente de una biblioteca, aconsejaba y sonreía a los lectores. Mi jefe era el libro ¡yo era libre!”.

Pero lo más importante de su paso por el Instituto Internacional es que conoce a Phyllis Turnbull, directora del Instituto y tutora de inglés de Gloria. 

Gracias a ella conoce la obra de escritores americanos e ingleses, amplía su círculo social con personajes del mundo académico (como Tierno Galván) y obtiene en 1961 una beca Fulbright para impartir clases de Literatura española en la Universidad Bucknell de Pennsylvania, durante dos semestres, y dirigir una residencia universitaria femenina.

Con Phyllis había creado también, antes de irse, la primera Biblioteca Infantil Ambulante de España, con la que recorrían los pueblos para acercar la poesía a sus habitantes, la mayoría analfabetos. Sus visitas son auténticos acontecimientos.

La estancia de Gloria en Estados Unidos culmina la mejor época de su vida. En su primera clase les dice a los alumnos: 

“Es la primera vez que piso una universidad. Y no lo hago como estudiante., lo hago como profesora”. 

Indudablemente se los ganó. Durante esos tres años, no para de viajar y colaborar en recitales. Incluso llegó a ser telonera de Joan Baez. 

Durante su estancia en Estados Unidos, se publica en España una antología de su obra titulada “Que estás en la tierra”, realizada por el poeta Jaime Gil de Biedma, y a su vuelta trae el manuscrito de su libro Ni tiro, ni veneno, ni navaja

En este libro se contienen poemas de esperanza, aun donde no parezca que haya nada de esperar; una fe de vida y una voluntad de amor. Dios está invocado a cada paso, como antes nadie le había hablado en verso.

A su vuelta, Gloria se dedica a impartir clases de español para americanos y logra, por fin, una independencia económica que nunca había logrado.

La casa de ambas en Chozas de la Sierra, es cita obligada para tertulias y reuniones de artistas. Su buen humor y ocurrencias, su forma de entender la poesía como algo total, no limitado al papel, triunfan entre sus colegas escritores e intelectuales.

En 1968, le conceden el Diploma de Honor del Premio Internacional de Literatura Infantil Hans Christian Andersen por su libro Cangura para todo, lo que viene a ser una especie de Nobel de literatura infantil y hace que su nombre suene aún más.

En 1971, Phyllis fallece después de una breve lucha contra el cáncer, y la mejor época de Gloria Fuertes termina. Su inesperada muerte deja a Gloria hundida en una depresión de la que tardará tres años en salir. Recordemos que es el tercer amor que se le muere. Durante años se define como “superviviente de desgracias gordas y penas finas”. Fuma sin parar (Bisontes) y bebe whisky más que nunca. 

En una entrevista de aquella época dice con tono amargo:

“La vida es una mierda de vaca de la que tenemos que hacer un pastel de manzana”.

Se marcha a Málaga una temporada para estar cerca del mar. Allí su amigo Pepe Infante le organiza tertulias para que pueda hacer lo que más le gustaba: leer poemas en voz alta. Éstas se celebran en las bodegas de El Pimpi y llevan por nombre “Los viernes de Gloria”.

Edita en 1973 su poemario Sola en la sala como testimonio de su soledad, de su insatisfacción amorosa y de sus sentimientos tras la pérdida de Phyllips. Rota por el dolor, su poesía se hace cada vez más confesional.

Comienza a colaborar en diversos programas televisivos que la convierten definitivamente en la poeta de los niños.

Su actividad a partir de estos años es imparable: lecturas, recitales, homenajes. Pasa a ser uno de los rostros más conocidos de todo el país y siente la necesidad de guardar su intimidad, en parte para que no se la invadan y en parte para no alarmar a los padres de los niños que compran sus libros. A los datos confusos –o inventados- que ha incluido desde siempre en sus poemas autobiográficos, empieza a añadir declaraciones en las que dibuja una realidad paralela llena de buenos sentimientos, inofensiva, de señora mayor apacible. 

“A veces miento por no hacer daño, o por contar una verdad, porque hay muchas verdades que sólo se pueden contar mintiendo, porque son demasiado grandes. Por lo demás yo no miento nunca. La verdad es como mi teta izquierda: siempre la llevo puesta”.

Se vuelve habitual de eventos de literatura infantil, retransmite la Cabalgata de Reyes, multitud de artistas y cantantes ponen música a sus poemas.

Uno de sus últimos grandes amores, Micaela, muere en 1983. Después de una noche de fiesta con Gloria y sus amigos, toma un avión rumbo a Roma y éste se estrella. Es su cuarto gran amor que muere trágicamente.

“La alegría de mi cuerpo no debió de gustar a mi alma. Bailé, recité, canté, disfruté, disfrutaron conmigo, y no debió de parecerle bien a mi alma, ya que al volver a casa me puse malísima de tristeza”.

Durante sus últimos años, la poesía de adultos va cayendo en el olvido. Sale menos de casa, se le van muriendo los amigos. Mantiene una relación más o menos secreta con una mujer casada, Marisa, a quien dedica su libro Mujer de verso en pecho

Muere el 27 de noviembre de 1998 de un cáncer de pulmón que le habían detectado unos meses antes, acompañada de su inseparable amiga, secretaria, asistenta, Charo.

Al día siguiente, se organiza una gran manifestación que va desde Lavapiés hasta la Academia de la Lengua (que tanto la había ignorado) reivindicando su vida y su poesía.

Pues bien, esta ha sido la historia de Gloria, el otro lado que permaneció oculto detrás de los globos de colores y una cometa blanca.

Me gustaría terminar haciendo mías las palabras que le dedica quien más ha estudiado su obra, Jorge Escalante:

“Siendo abiertamente queer -lo que hoy sería algo así como perteneciente al colectivo LGTB-, yendo vestida con pantalón y corbata, con el pelo cortado al tazón, boina y bici. Leyendo sus poemas con voz de osa buena, fruto no de la bondad sino de la noche y del whisky. Se la coló por completo a la España más rancia. Y su poesía fue una de las cosas más increíbles y bellas que sucedieron aquí durante todo el siglo veinte”.


                                                                                                     María José Amador


1 comentario:

  1. Una iniciativa estupenda,Me encanto,esto lo propongo para colegios y institutos ,conocer nuestra cultura q es grandgrandiosa llena de artistas q ya quisieran otros..

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